lunes, 20 de diciembre de 2010
Un rato mientras tanto
lunes, 8 de noviembre de 2010
After such pleasures, Julio Cortázar.
sábado, 16 de octubre de 2010
Juego a bailar
jueves, 12 de agosto de 2010
Casi de día
lunes, 9 de agosto de 2010
La canción y el poema
jueves, 22 de julio de 2010
De qué se hace el mundo
lunes, 5 de julio de 2010
En el medio de la noche
para aprender a
mirar, para
sentarme en tu balcón
antes de que amanezca
con un par de
palabras a mitad de
camino. quizás para
aprender la vida
y sólo eso, para mirarte
mirar.
dejo este frío de la nada
y abro la ventana para
sentarme a
esperar
un par de palabras
que te vas a olvidar,
para recodarte mañana
que te acuerdes
de mí, que agarres una
guitarra, que toques una
canción. que te acuerdes de mí.
y dejo este frío de la nada,
e intento volver
a empezar
para agarrar un cuaderno
y terminar unas
cuantas palabras que
dejamos atrás,
que salieron por la ventana, que
saltaron por el balcón.
dejo este frío de la nada,
ya no necesito
ese balcón
ni busco una ventana,
ni me sé tu canción,
ni te acordás de mí
pero aprendemos
a mirar
y ya no quedan palabras,
pero tampoco faltan.
casi siempre sobran.
viernes, 28 de mayo de 2010
Reloj sin fantasmas (primavera mental)
miércoles, 5 de mayo de 2010
Los ojos cerrados (onomatopeyas)
martes, 20 de abril de 2010
Es en el camino al cielo donde perdemos lo que deberíamos encontrar
sábado, 17 de abril de 2010
Podés
lunes, 12 de abril de 2010
Caminar saltando (si se puede)
domingo, 28 de marzo de 2010
Jungla
Es la ciudad, porque él es la ciudad. Él es el remolino.
miércoles, 10 de marzo de 2010
Noche de paz
Cuando miré de vuelta mi mano sólo encontré marcas de lo que había sido, aparentemente, una noche difícil. Debo haberme caído sobre una botella rota mientras intentaba dejar atrás mis sombras: los vidrios todavía podían verse entre las cicatrices frescas en la palma de mi mano izquierda y tenía los codos llenos de raspones, como si con ellos hubiera aterrizado sobre el asfalto mojado cerca de aquel río.
Tengo la cabeza en otra parte y no lo puedo disimular. Busco desesperadamente un lugar en donde pueda sentarme a respirar, mi corazón late acelerado y los ojos no me paran de llorar. Intento casi con violencia limpiarme la sangre de las manos en el pasto; tengo demasiada. El cuerpo de Luque todavía debe estar entre las piedras del río, seguramente nadie lo encontró aún y yo, aunque tengo la cabeza en otra parte, todavía tengo el corazón ahí.
No sé si quise matarlo pero él me agarró tan fuerte que tuve que empujarlo para que me soltara. Yo buscaba defenderme, no me dejó opción. Cuando llegue la policía voy a poder decirles eso: nadie puede culpar a otro por querer escapar de su propio infierno, uno que Luque había inventado. Si esa noche no me iba de casa, él me iba a matar a mí.
Ahora mi cabeza está tranquila y mi corazón conmigo. El juez no creyó que yo buscara defenderme pero por lo menos ahora puedo dormir en paz.
jueves, 4 de marzo de 2010
No era arcoiris
Mis días son casi siempre celestes, buenos o malos son celestes.
Si llueve es casi azul; si hay sol, celeste cielo.
Existen días de todos los colores. Yo quiero los míos celeste cielo. El cielo es el límite.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Sobre esperar (y que las horas no se hacen, los minutos que son días)
martes, 2 de marzo de 2010
Días que se escapan
Decía eso, lo pensaba. Hoy no parece sábado. Y no, de hecho no parecía.
Corría todas las semanas; martes, jueves y sábados, uno que otro lunes quizás. Pero ahora corría y no parecía sábado y, aunque no sabía bien qué día podía llegar a ser, tenía la sensación de que no hacía falta saberlo. De repente vivir sin días estaba bien. Vivía sin días porque sabía que cuando los quisiera de vuelta podía pedírselos a alguien, tomarlos prestado, volver a la rutina y quizás recuperar los suyos si le gustaban.
Sus días ya no eran suyos del todo, lo eran pero no enteros. Ahora eran muy de otra persona, muy de él. Muy de los dos cuando se veían. Pero se olvidaban que era sábado. Se olvidaban de la hora y podían ver atardecer o amanecer indiferentemente, riéndose, despeinados.
sábado, 27 de febrero de 2010
Vas a decidir.
Vos dirás qué tan fácil es animarse al cambio. Vos que te animaste quizás lo sabés. Vos, porque tardaste tanto en decidirte, sabés que realmente no es nada fácil.
Vas a dudar, vas a pensar, vas a decidir y a arrepentirte en el mismo minuto tantas veces (tantas en el día) que sabés que no es fácil. Vas a pensar que es importante y después vas a creer que no, aunque sí lo sea, porque no es fácil. Animarse no es fácil.