sábado, 27 de abril de 2013

Sobre una lucha sin fin

Amanecía calurosa la ciudad entre torres espejadas y un cielo sin luz cuando los primeros murmullos de jóvenes con sueños de revolución empezaban a surgir entre las casitas improvisadas que, aunque por un rato, fueron como su hogar. Hierve el agua para el mate, viene y va, arranca a pensar, “Che, Juan, ayudame a desarmar acá”. Hizo frío la noche anterior pero ya nadie usa campera, los pañuelos incomodan y las cosas empiezan a amontonarse para poder avanzar. Asoma el mediodía y una multitud se torna ineludible, se acerca. Con el sol que pega en la espalda y mil noches a cuestas, vienen a luchar. El cemento viste de rojo y se parece al infierno; casi en llamas, se alza entre nosotros flameando ideales de igualdad. “Pasa a contarme de la hazaña, la de su cara en el cartel, pues le envanece las entrañas no haber consentido al poder”. Una música implacable, casi de rito, te invita a cantar y a pesar de la inquietud no hizo falta un capitán porque, poco a poco, todo empezó a ponerse en su lugar. Mira al cielo y no ve las estrellas aunque sabe que siempre están; bajo sus pies todavía arde el infierno, toma agua, viene y va. Los tambores suenan incesantes, no dan tregua porque algo va a empezar; equivocados están los que creen que se trata de un final. Ahí adentro, en la caja de maldad, los que dictan y limitan se hacen esperar pero hoy su lucha es la nuestra y ningún infierno nos va a quemar. 

19 de abril de 2013
Mariano está presente.

martes, 16 de abril de 2013

Bolero

Qué vanidad imaginar 
que puedo darte todo, el amor y la dicha, 
itinerarios, música, juguetes. 
Es cierto que es así: 
todo lo mío te lo doy, es cierto, 
pero todo lo mio no te basta 
como a mí no me basta que me des 
todo lo tuyo. 

Por eso no seremos nunca 
la pareja perfecta, la tarjeta postal
si no somos capaces de aceptar 
que sólo en la aritmética 
el dos nace del uno más uno. 

Por ahí un papelito 
que solamente dice: 

Siempre fuiste mi espejo, 
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Julio Cortázar.

martes, 9 de abril de 2013

A los hombres futuros

1

Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.

¡Qué tiempos estos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle,
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?


[...]

Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia,
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.


[...]

3

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.


Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

Bertolt Brecht.