lunes, 25 de febrero de 2013

Me quedo hasta que pase el temporal

Amagaba la lluvia desde temprano pero recién ahora empezaba caer. El equipo perdía y no pintaba bien; le dije a mi amiga que se conformara con el uno iguales, quizás acostumbrada a tantos domingos sin sol. Sin embargo, la luna lo vio venir y se acomodó tranquila sobre la San Martín, como plateísta exigente que es, porque ella tampoco se lo quería perder. Brillaba como si fuera el sol, aunque mucho más hermosa; mucho menos pretenciosa. La luna avisó y la lluvia que no fue le cedió el lugar a un grito de gol que se perdió en la inmensidad. El fervor popular se hizo eco en cada rincón de esa casona de barrio pintada de rojo y blanco, y ante la mirada extasiada de miles de creyentes, casi sin darnos cuenta, llegó el desahogo de sabernos vencedores aun en contra de las agujas del reloj. Nadie hubiera imaginado jamás un desenlace tal pero aquella luna, tan sabia y tan majestuosa, se anunció ante todos venciendo al temporal.

martes, 19 de febrero de 2013

Una sonrisa exactamente así

Hasta ahora sonreíste siete veces. Por supuesto que las tengo contadas. Hace un rato increíblemente largo que vengo mareándote con mis palabras, por estrategia o por desesperación, y verte sonreír es –me parece- la única huella que puede llegar a indicarme si voy bien o si estoy perdido.
Eduardo Sacheri.

martes, 12 de febrero de 2013

Sala de espera

Me convencí de esperarte porque, supuse, no tardarías en llegar. La puntualidad nunca fue tu mayor virtud pero sabías que me molesta esperar y tratabas de mejorar; además, no te gusta confrontar. Creí que la pelea de anoche no había tenido importancia pero, cuando noté cuánto tardabas esta vez, me di cuenta que aún estarías enojado y que me lo ibas a hacer pagar. A fin de cuentas, no entiendo por qué tanto escándalo siempre, con todo. Yo te digo las cosas como las pienso, como me surgen. Quizás no como son pero ¿quién puede decir las cosas "como son"? No creo que exista algo semejante; los hechos, en cierto punto, son tan subjetivos como protagonistas se involucren en ellos pero a vos no te gusta confrontar y te enojás y me ignorás y a mí no me gusta esperar ni darte la razón. Vos no llegás y yo te espero acá, un ratito, no mucho más. No me gusta esperar pero vos sí, bastante más de lo que últimamente pueda recordar, entonces miro el reloj y digo 'cinco minutos más'. Te espero, un ratito, no mucho más.