estoy parada en la esquina del lugar
de la segunda vez que te vi
yo te esperaba leyendo la prensa obrera
en el lugar menos obrero del mundo
en una esquina de Palermo cualquiera
y me asustaste desde atrás
porque me asusto fácil en general.
fuimos a comer pizza a un clásico porteño
y vimos cómo Mangeri marchaba preso,
escenas casi de un
Buenos Aires cualquiera.
comimos pizza y tomamos cerveza
y me acompañaste a tomar el colectivo
cuando yo todavía era una troska de Pilar
que se enamoró de un peronista
más porteño que el obelisco
(aunque no fue en ese momento
sino un poco después)
en plaza Italia me diste un beso y yo,
que me asusto fácil en general,
no tuve miedo de nada más.
por suerte después de ese
vinieron muchos besos más
y otros colectivos
y otras pizzas con cerveza
en buenos aires y en nueva york
en berlin y en estambul
y yo, que me asusto fácil en general,
no tuve miedo de nada más
excepto de no poder repetir
cualquiera de esos momentos
en toronto o en tokio
o donde sea que estés
que a mí me gusta estar ahí