martes, 12 de febrero de 2013

Sala de espera

Me convencí de esperarte porque, supuse, no tardarías en llegar. La puntualidad nunca fue tu mayor virtud pero sabías que me molesta esperar y tratabas de mejorar; además, no te gusta confrontar. Creí que la pelea de anoche no había tenido importancia pero, cuando noté cuánto tardabas esta vez, me di cuenta que aún estarías enojado y que me lo ibas a hacer pagar. A fin de cuentas, no entiendo por qué tanto escándalo siempre, con todo. Yo te digo las cosas como las pienso, como me surgen. Quizás no como son pero ¿quién puede decir las cosas "como son"? No creo que exista algo semejante; los hechos, en cierto punto, son tan subjetivos como protagonistas se involucren en ellos pero a vos no te gusta confrontar y te enojás y me ignorás y a mí no me gusta esperar ni darte la razón. Vos no llegás y yo te espero acá, un ratito, no mucho más. No me gusta esperar pero vos sí, bastante más de lo que últimamente pueda recordar, entonces miro el reloj y digo 'cinco minutos más'. Te espero, un ratito, no mucho más.

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