Me distraje con la luna mientras buscaba mirarte. Iba caminando despacio para no perder de vista la forma en que te movés pero la luna estaba más tímida y brillante que nunca; yo me distraje porque ella se escondía entre las nubes y no quería que se fuera.
Quería seguir mirándote pero ya no estabas. Escuché tus pasos perderse entre la noche y supe que ya no estabas; ahí supe que no volvías.
Será que son esos momentos de distracción los que desarman nuestra vida sin que nos demos cuenta; que por mirar para otro lado, o por querer llegar al cielo sólo mirando, nos perdemos de vista con quienes deberíamos estar mirándonos.